lunes, 1 de marzo de 2010

El mundo laboral vestido de negro

Romina, de 21 años, trabajó en negro durante tres años: no tuvo vacaciones, aguinaldo, días de estudio, cobertura social ni aportes para su futura jubilación. Aceptó esas condiciones de trabajo para ganar experiencia en el mundo laboral. Romina forma parte del 36 por ciento de trabajadores que no están registrados, según las cifras del INDEC correspondientes al tercer trimestre del año pasado.

El empleo asalariado informal es el resultado de la evasión de las obligaciones laborales de empresas organizadas y articuladas con la economía legal; el empleador no hace los aportes correspondientes para que el trabajador goce de todos los beneficios de la seguridad social, que se le da cuando está registrado.

Muchas veces es percibido como algo natural porque, “ante la posibilidad de la desocupación, es mejor tener un trabajo en negro que no tener nada”, explicó Tomás Raffo, investigador del Instituto de Estudios y Formación (IDEF) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

El empleado no registrado tiene muchas desventajas: no tiene garantizada la cobertura médica para ellos y sus familias, no recibe las asignaciones familiares y probablemente no podrá jubilarse cuando se retire del mercado laboral, precisa un informe del Ministerio de Trabajo de 2009.

Además pierde la gran mayoría de los beneficios laborales no ligados directamente a la seguridad social –como las vacaciones pagas, aguinaldo y cobertura por accidentes de trabajo – y no cuenta con pertenencia sindical.

“Tenía que cuidarme el doble para no enfermarme porque se me descontaba el día y, si quería tomarme vacaciones, también -contó Romina, en diálogo con CC- pero al trabajar en blanco, el contraste fue muy grande: días de estudio, por enfermedad, obra social, vacaciones, aguinaldo.”

Para Raffo, asesor del diputado nacional Claudio Lozano, es “difícil que las personas por sí solas puedan dar cuenta de sus condiciones de vida si no se discuten a fondo las condiciones sobre las cuales se asienta la reproducción económica”.

En ese contexto, aseguró que “el mercado de trabajo actual es el resultado de una economía concentrada desigual” y sugirió un replanteo de las condiciones sobre las cuales se asienta el patrón de acumulación.

La política económica debería "darle importancia al consumo popular, acompañado por un área de economía pública y social motorizada por el Estado que impulse la actividad de las empresas estatales, las pymes, las recuperadas y las de economía social", según Raffo.

Los trabajadores pueden exigir su regularización laboral. Cuando se rompe la relación de dependencia, pueden denunciar al empleador quien debería pagar una indemnización y multa por no haber realizado los aportes de ley, que representan alrededor de un 32 por ciento del valor del sueldo. El acceso a la protección laboral y social constituye un factor determinante del grado de cohesión social.

PCN-SAM-LR

Trabajadores en blanco, nueva política económica

Un 36 por ciento de los trabajadores poseen empleos no registrados. En otras palabras, 4.300.000 asalariados tienen amenazadas su posibilidad de cobertura social y su jubilación, de acuerdo al INDEC. Para Tomás Raffo la problemática se explica en la “ausencia de una experiencia política que sitúe la cuestión de los trabajadores en el primer lugar para empezar a reivindicar un modelo de país distinto”. El asesor del diputado nacional Claudio Lozano, habló con CC y precisó los alcances del trabajo en ‘negro’.

¿Qué cifras de empleo en negro hay hoy en Argentina?

Con la salvedad de que tenemos una suerte de miopía en función de la intervención oficial del INDEC que no ha permitido mantener lo que eran los criterios tradicionales para el relevamiento de la encuesta permanente de hogares y que se ha dado un descreimiento a todas las estadísticas publicas, lo cierto es que al tercer trimestre de 2009, tendríamos una tasa de empleo no registrado del 36 por ciento. Equivale a 4.300.000 asalariados no registrados que tienen amenazadas su posibilidad de cobertura social y la imposibilidad de jubilarse, ya que no cuentan con los requisitos que demanda la ley. Esto convive con una desocupación del orden del 9 por ciento o más, es decir 1,5 millones de personas que salen a buscar trabajo y no lo encuentran, más un 20 por ciento de cuentapropistas que viven de changas, monotributistas y trabajadores independientes con un grado de precarización muy elevado. En consecuencia, lo que es dominante no es el empleo formal sino la fuerza laboral precarizada que insume prácticamente el 54 por ciento del total.

¿Cuáles son los sectores más perjudicados?

Este grado de precariedad está extendido en casi todos los sectores de la actividad. En algunos más que otros. Por ejemplo, la construcción o los servicios sociales son los que tienen mayor nivel de asalariados no registrados, pero esta es una realidad que empaña a todo el tejido productivo.
La situación actual genera una especie de fractura social, muchas personas quedan por afuera del sistema gremial y sindical.

¿Cómo se puede lograr una lucha colectiva sin esperar que la solución venga desde el gobierno?

Este es un desafío mayúsculo. Tiene que ver con los fracasos de las experiencias políticas tradicionales, tanto desde los partidos políticos como de las representaciones sindicales tradicionales. Creo que discutir salarios para el mundo formal sindicalizado, impacta solamente sobre el 25 o 30% de la fuerza laboral total. La ausencia de una experiencia política que sitúe la cuestión de los trabajadores como el primer lugar para empezar a reivindicar un modelo de país distinto es lo que está explicando la situación que tenemos. No se observa que las condiciones de desocupación, de asalariados en negro extendidas son las que le ponen límite para que incluso los trabajadores mejor pagos puedan mejorar su situación.

"La ausencia de una experiencia política que sitúe la cuestión de los trabajadores como el primer lugar para empezar a reivindicar un modelo de país distinto es lo que está explicando la situación que tenemos".

El trabajo en negro en Argentina parecería algo natural, ¿cómo hace la persona que trabaja en negro para desnaturalizarlo?

El trabajo en negro es percibido como algo natural porque, ante la posibilidad de la desocupación, es mejor tener un trabajo en negro que no tener nada. En realidad no es un problema de la persona que la naturalice o no. El problema es del régimen económico que hace que tengamos esta extendida franja de trabajo no registrado. Lo que hay que percibir es que si no se discute a fondo las condiciones sobre las cuales se asienta la reproducción económica, es difícil que las personas por sí solas puedan dar cuenta de sus condiciones de vida. Impugnar sus condiciones de vida frente al despido, es como pedirles demasiado.

¿Qué políticas se llevan adelante en Argentina en relación a este tema?

Sin conocer qué es lo que estudia el gobierno, sí puedo decir que el ordenamiento laboral en 2003 sacó algunas cláusulas flexibilizadoras de los 90 y dejó otras vigentes: las que tienen que ver con la reducción de las contribuciones patronales como modo de ingreso al trabajo formal son una rémora de lo que era la experiencia de los 90. Lo que uno observa de las definiciones gubernamentales es que se apuesta a que en todo caso el propio crecimiento genere el empleo formal que se desea. Peor no hay ningún tipo de política que tienda a garantizar que eso suceda.

Desde el gobierno se apuesta a revertir esta situación aumentando la producción, ¿vos que instrumentos o políticas utilizarías para hacerlo?

El empleo en negro y la precariedad laboral no se resuelven solamente por una coyuntura favorable. Esto tiene que ver con que Argentina aún tiene pendiente un replanteo a fondo sobre las condiciones económicas vigentes. El mercado de trabajo que uno tiene hoy es el resultado de una economía concentrada desigual que asienta su proceso de acumulación de capitales sobre la base de apropiar rentas naturales extraordinarias que le hacen poco favor a los procesos de inversión que tengan que ver con abastecer el mercado popular. Entonces la discusión de fondo es cómo se replantean las condiciones sobre las cuales se asienta el patrón de acumulación. Esto tiene que ver con darle nuevamente importancia al consumo popular como el vector importante de demanda. Y esto debería estar acompañado por un área de economía pública y social motorizada por el Estado que impulse la actividad de las empresas estatales y al mismo tiempo las pequeñas y medianas empresas, empresas recuperadas, empresas de economía social, que tiendan a vincular su actividad con la demanda del mercado popular.

¿Cómo se desarrolló históricamente el empleo no registrado en Argentina?

Las leyes laborales en la Argentina han dado una suerte de blanqueo a lo que ha sido la experiencia de destrucción del empleo formal. Tanto el ordenamiento de la década del 90 y las modificaciones del año 2000 tuvieron que ver con un blanqueo para una economía que había dejado de producir empleo formal. En todo caso las leyes flexibilizadoras tenían que ver con que los trabajadores aceptaran todo tipo de condiciones porque en realidad lo que no había era trabajo. Las leyes vinieron a acompañar un proceso que tuvo que ver con una destrucción importante que la precedió. No es que tenemos trabajo flexibilizado por las leyes de los 90 modificadas en parte en el 2003. En realidad las leyes blanquearon este trabajo precarizado de un cuarto de siglo.