viernes, 3 de septiembre de 2010

Eduardo Galeano: 70 años de memoria y compromiso

Hoy cumple 70 años uno de los escritores latinoamericanos más reconocidos y comprometidos con la realidad de la región y del mundo. Se llama Eduardo Galeano. Cada paso que dio en su vida lo llevó a estar cada vez más en contacto con la historia y la actualidad del mundo que lo rodea.

Nació en Montevideo, Uruguay, en el seno de una familia católica de clase alta, descendientes de españoles, ingleses y alemanes. Durante su adolescencia desarrolló varios oficios entre los cuales se encontraba el dibujo. A los 14 años entró en el mundo de los medios gráficos, publicando algunos dibujos políticos para el diario socialista “El Sol”. Tiempo después comenzó a escribir artículos que lo posicionaron definitivamente como periodista.

Para 1960, Eduardo Galeano se convirtió en editor del semanario “Marcha”, que contaba con colaboraciones de Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti, entre otros. Cuatro años más tarde, asumió como director del diario “Época” hasta principios de los ’70.

En 1973, mediante un golpe de Estado, los militares tomaron el poder en Uruguay; el escritor fue encarcelado y obligado a abandonar su patria. Se exilió en Argentina, donde fundó y dirigió la revista literaria “Crisis”, donde se destacaba también el poeta Juan Gelman.

En 1976, en vista del clima social que se vivía en Buenos Aires tras el golpe militar, Galeano decidió radicarse en España. Una vez instalado en Barcelona, el uruguayo continuó con su labor periodística y literaria: publicó artículos en varias revistas españolas, colaboró con una radio alemana y con un canal de televisión mexicano.

Regresó a Uruguay en 1985, luego del retorno de la democracia. Posteriormente, fundó y dirigió su propia editorial (El Chanchito). Desde entonces, Eduardo Galeano reside en su Montevideo natal donde sigue haciendo su literatura y su periodismo de marcado tinte político.

A los 70 años, sigue retratando con agudeza, con una mirada crítica pero también optimista, la realidad de su país, de Latinoamérica y del mundo entero.


BIBLIOGRAFÍA:

1962- Los días siguientes (novela)
1964- China 1964: Crónica de un desafío (literatura histórica)
1967- Los fantasmas del día del léon y otros relatos (ficción)
1967- Guatemala: Clave de Latinoamérica (literatura histórica)
1967- Reportajes: Tierras de Latinoamérica, otros puntos cardinales, y algo más (literatura histórica)
1971- Siete imágenes de Bolivia (literatura histórica)
1971- Las venas abiertas de América Latina (literatura histórica)
1972- Crónicas latinoamericanas (literatura histórica)
1973- Vagabundo (novela)
1975- La canción de nosotros (novela)
1977- Conversaciones con Raimon (novela)
1978- Días y noches de amor y de guerra (novela)
1980- La piedra que arde (novela)
1981- Voces de nuestro tiempo (literatura histórica)
1982- Memorias del fuego I - Los nacimientos
1984- Memorias del fuego II - Las caras y las máscaras
1985- Contraseña (novela)
1986- Memorias del fuego III - El siglo del viento
1986- Aventuras de los jóvenes dioses (ficción)
1989- Nosotros decimos no: Crónicas (1963-1988)
1989- El libro de los abrazos (novela)
1993- Las palabras andantes (novela)
1995- El fútbol a sol y sombra (novela)
1995- Las aventuras de los dioses
1998- Patas arriba. La escuela del mundo al revés
2004- Bocas del tiempo
2008- Espejos



El derecho al delirio - Una invitación al vuelo
(de "Patas Arriba, la escuela del mundo al revés")

Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio.

La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;

la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;

la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;

la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;

nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;

el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;

la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;

serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;

los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;

seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;

la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

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