jueves, 17 de septiembre de 2009

Por una sociedad sin violencia

María Eva Sanz es licenciada en Servicio Social, especialista en Violencia Familiar y además, coordina la Mesa Lomense por la Equidad de Género. En diálogo con CC, manifestó la necesidad de una mirada abarcadora para terminar desde la sociedad con la violencia doméstica. "Hay que articular e ir hacia un mismo objetivo, si no se desperdician esfuerzos", aseguró.

- ¿Qué pasa en la sociedad para que los índices de violencia doméstica sean tan altos?

Lo que sucede es que la sociedad está organizada de forma vertical, y la familia es parte de eso. Hay una asimetría, un ejercicio desigual del poder. Si la familia se organizara más democráticamente esto estaría teniendo una forma de ser más horizontal que iría tiñendo las demás organizaciones. Es ida y vuelta, somos producidos por esta sociedad de determinada manera pero estamos llamados a producir cambios. Los cambios que producimos desde el nivel familiar modifican todo el entorno social.

- ¿Cuál es la situación actual de la legislación sobre la problemática?

Tenemos nuestra ley provincial contra la violencia familiar que es del año 2001 que es la 12.569, que está por supuesto en plena vigencia. Esta legislación lo que nos aporta son medidas cautelares, de protección de las víctimas y llama a las instituciones a formarse específicamente en este tema: policía, salud, educación, etcétera. Y salió hace un par de meses, una ley nacional nueva, de género, que abriría como un paragua para que se adhieran las provincias. Absolutamente todas las provincias tienen su ley. Lo que pasa es que la violencia familiar, o la violencia hacia la mujer en la familia es como si fuese una porción de una gran torta. La gran torta es el género, entonces lo que tenemos como paraguas para trabajar la problemática de género es la Constitución Nacional, el artículo 75 donde se incorporaron en la última reforma las Convenciones Internacionales que hablan sobre la equidad y garantizan que la equidad de género debe efectuarse. Pero esa legislación necesita el cómo hacer esta equidad. Este cómo hacer es un protocolo facultativo que salió hace muy poquito tiempo, en el año 2003 después de una gran lucha del movimiento de mujeres y de organizaciones que trabajamos en este tema. Lo que se reglamentó es esta Convención Internacional de Eliminación de toda forma de Violencia o de Discriminación hacia la Mujer. Lo que pasa es que esta Convención y este protocolo se tienen que hacer palpable con acciones comunitarias. Tenemos el respaldo y el techo, necesitamos organizaciones concretas que hagan valer este derecho, que cada vez que haya una mujer discriminada se pueda denunciar ante la justicia. En eso estamos trabajando a nivel comunitario, por ejemplo con la Mesa de Género.

- ¿Cómo funciona?

Es una Mesa organizada y coordinada por organizaciones de la sociedad civil, no es gubernamental pero sí hay miembros dentro de esta Mesa que pertenecen al Gobierno Municipal. La intención es ir generando un espacio de encuentro entre las organizaciones interesadas en este tema, generar espacios de capacitación y también de defensa, de lucha, hacia la equidad de género, que sabemos que va a demorar unos cuantos años para que realmente se patente en lo concreto. Lo que estamos haciendo es articular la comunidad, fortalecer los vínculos a nivel interinstitucional y desde ahí buscar espacios comunes. Si las organizaciones construimos poder las personas que se sientan victimizadas también van a tener más poder porque hay un montón de organizaciones atrás apoyando.

- ¿Cómo llegan las mujeres a contactarse con el lugar?

Tenemos varias vías. Fundamentalmente tenemos la línea del 0800 del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, una línea gratuita donde las mujeres llaman. Y las que son de esta zona son derivadas acá. También cuando llaman a la línea de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, que articula con el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia. Pero además tenemos una gran cantidad de mujeres que vienen por boca a boca, o detectadas por los talleres y cursos que hacemos de asistencia a víctimas. Y después familiares. Como esta es una epidemia social, es algo que nos pasa a la mayoría de las mujeres por ser mujeres, si viene una víctima y se va recuperando, seguramente después va a venir la prima, la hermana, la vecina de enfrente. Tampoco olvidemos que acá se apoya también el tratamiento con los victimarios, no todas las organizaciones tienen en cuenta esto. Es una asistencia, porque tenemos la convicción de que el tema de género es una cuestión de hombres y mujeres, no sólo de mujeres. Hay una primera victimización que la hace la cultura, que tanto a varones como a mujeres se les está quitando la posibilidad de desarrollarse plenamente como personas. Entonces también llamamos a los varones que tengan ganas de recuperarse a hacer tratamientos que son socioeducativos y lo que hacemos es poner nuevas ideas a las ideas machistas y rígidas que tienen, y aportando cambios en su conducta. Sabemos que si se modifica su conducta cambia la idea y viceversa. Después se dan cuenta de que cuestionándolo se alivianan y que, además de esto de la fortaleza que tienen marcado desde el estereotipo masculino, por poner sensibilidad no dejan de ser hombres. Cuando pueden percibir eso, entonces es cuando más se comprometen.

- Dentro de la situación concreta de violencia doméstica en el seno familiar, ¿qué es lo que sienten tanto la víctima como el victimario?

Desde la víctima, lo que siente es impotencia, miedo, frustración porque tiene una imagen de familia unida a los estereotipos tradicionales femeninos. El mandato que tenemos es que la mujer no puede hacer nada para destruir a la familia, sino que tiene que hacer todo lo posible para que la familia se mantenga unida, aunque eso signifique morir, porque es los casos más extremos se pierde la vida. Estamos hablando de un tema muy grave. Es una persona que está siendo abusada, o sea que es una persona que recibe daño de diferente forma: físicamente, verbalmente, económicamente, sexualmente, socialmente, tenemos ahí cinco tipos de violencia que está recibiendo.Por el lado del victimario, la mayoría cree que están haciendo bien las cosas. Porque su mandato justamente es eso, la masculinidad tiende a dominar y a controlar la voluntad de la otra persona. Él es el número uno, el que tiene el poder y el resto tiene que obedecer a su antojo todo. Cuando uno empieza cuestionar estas cosas, no son fáciles de revertir. Hay toda una cultura que sigue llevándolos hacia ese lado. Los medios de comunicación, por ejemplo, tratan muy mal el tema. Los femicidios, por ejemplo, son generalmente tratados como crímenes pasionales. Eso hay que desterrarlo.

- La violencia doméstica, ¿se da por igual en familias con distintos niveles socioeconómicos?


Si, pasa por igual en todas las familias, porque no tiene que ver ni con la falta de dinero ni con la carencia de estudio o de capacitación. No tiene que ver con el alcoholismo, no tiene que ver con las drogas: tiene que ver con la masculinidad, que en nuestra cultura se forma en todos los niveles sociales y económicos de la misma manera

"Tenemos el respaldo y el techo, necesitamos organizaciones concretas que hagan valer este derecho, que cada vez que haya una mujer discriminada se pueda denunciar ante la justicia."

"El mandato que tenemos es que la mujer no puede hacer nada para destruir a la familia, sino que tiene que hacer todo lo posible para que la familia se mantenga unida, aunque eso signifique morir, porque es los casos más extremos se pierde la vida."

-¿Es más difícil para las víctimas con menos recursos económicos salir de esa situación?

En realidad, es más difícil para las de clase media-alta que para las de clase baja.Si una mujer de clase baja tiene un problema, es posible que recurra a la policía. Pero si una mujer de clase media-alta tiene este problema, no va a recurrir a la policía, por el qué dirán. Va a apelar a abogados particulares, que sabemos que no todos tienen la formación en género y que muchos adhieren a la misma convicción que el victimario. Están mucho más atrapadas desde el punto de vista de los recursos, y también desde lo económico, porque las mujeres de clase media-alta se manejan mucho con tarjetas de crédito y débito, que sus maridos les hacen extensiones. Lo primero que hacen es cortarles todo eso. Se quedan absolutamente sin nada de recursos para poder manejarse. Esta asistencia inespecífica para nosotros revictimiza, poniendo en un plano de igualdad en la responsabilidad de los hechos: “bueno, el es así pero ¿vos que hiciste?”.

- Hay muchos mitos en relación a eso, que la mujer “lo buscó”, o “qué habrá hecho ella para…”

Exacto. O “cómo te enganchaste con un hombre violento”, como si ella fuese la responsable. Nosotros siempre decimos que si una mujer, por ejemplo, se divorcia de un hombre violento, tiene una nueva pareja, y esa nueva pareja es un hombre violento también y la vuelve a victimizar, no es que ella está enferma o que busca y encuentra hombres violentos, sino que hay demasiados violentos sueltos. Hay que cambiar la mirada, hay muchos hombres socializados de la misma manera y uno está atrás del otro. El tema no es que la mujer esté buscando esos hombres, hay muchos.

-¿Qué sería necesario cambiar a nivel social para que no haya más mujeres violentadas?

El cambio hay que hacerlo desde muchos sectores y simultáneamente. Como es un tema multicausal, la respuesta tiene que ser también multisectorial, todos conjugados hacia un objetivo común. Hay que articular e ir hacia un mismo objetivo, si no se desperdician esfuerzos.

-¿Existen cifras oficiales de muertes por Violencia Doméstica?

No, no tenemos. Es tal la cantidad de gente para asistir que la parte de investigación va quedando relegada porque no tenemos la cantidad de profesionales que quieran trabajar por esta causa. Es una causa donde no se cobra mucho. Hay que ir nutriéndose siempre de más profesionales y todos los que van llegando se abocan a la asistencia, que es lo más urgente. Así que lamentablemente nos vamos quedando atrasados con la investigación. Las estadísticas no sólo sirven para saber cómo estamos, sino también para diagramas tratamientos, para ver qué zonas son más afectadas, cómo vamos con el tema de la prevención, para muchas cosas.

- ¿Cuál es la cantidad aproximada de femicidios?

Una mujer muere cada 72 horas, eso es lo que se está viendo. La verdad que hoy no tendría por qué morirse ninguna mujer a causa de la violencia, es una barbaridad, es retroceder 300 años.

Por otra parte, como parte del tratamiento de las víctimas, hay un momento en que nos sentimos medio paradas que es independencia económica. Principalmente con las más pobres es como que siempre estamos necesitando apoyos gubernamentales para que ellas puedan tener su ingreso económico, puedan tener su trabajo. Entonces, convenimos con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación el programa Banco Popular de la Buena Fe. Es una política nacional que mediante un microcrédito ayuda a los emprendimientos de las víctimas. Se les da el microcrédito, que devuelven sin intereses en seis meses. Lo que tiene como fundamental interés es que una vez a la semana la gente, con la excusa de pagar la cuota, se juntan. Lo que llamamos “Vida de Centro”, y ahí surgen todos los problemas que tienen a nivel barrial. El fin es la inclusión laboral, el apoyo gubernamental y un acompañamiento barrial. La victima se va incorporando a la víctima social del barrio y generando espacios de cambio. Uno de los elementos que hace que sea impune el victimario es el aislamiento.

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