Cada 36 horas muere una mujer víctima de violencia de género en la Argentina, lo que equivale a 240 asesinatos anuales, de acuerdo a las cifras del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Según ese organismo, el 40 por ciento de las mujeres golpeadas por sus parejas lleva 20 años o más soportando abusos, pero sólo el 10 por ciento realiza una denuncia.
Las mujeres víctimas de violencia en manos de sus parejas sienten “impotencia, miedo, frustración” por el mandato social que implica que “la mujer no puede hacer nada para destruir a la familia, sino que tiene que hacer todo lo posible para que la familia se mantenga unida, aunque eso signifique morir”, explicó la coordinadora de la Mesa Lomense por la Equidad de Género, María Eva Sanz.
La situación de pareja se categoriza como violenta cuando las “conductas de abuso son permanentes o se establecen con cierta frecuencia”, en las que pueden darse diferentes tipos de abusos físicos, sexuales, emocionales, sociales o económicos, se informó desde la Secretaría de Desarrollo Social de Lomas de Zamora.
La violencia en la pareja sigue un modelo de conducta que se simplifica en un ciclo de tres momentos: una etapa de acumulación de tensión, otra de episodios agudos de golpes y un tercer período de arrepentimiento llamado "luna de miel", en el que el hombre se siente culpable y termina convenciendo a la víctima de que lo perdone.
Ese ciclo se repite una y otra vez, haciendo cada vez más largo el segundo momento, en que la mujer es víctima cada vez de más golpes, humillaciones, amenazas y violaciones, y acortando el período de "luna de miel", generando así situaciones insostenibles que terminan muchas veces en el asesinato o suicidio de la víctima.
El victimario, por su parte, cree que está haciendo “bien las cosas”, porque en la sociedad “la masculinidad tiende a dominar y a controlar la voluntad de la otra persona”, expuso Sanz.
La ley nacional 26.485 de protección integral contra la violencia de género sancionada en marzo de este año contempla no sólo la violencia física, sino también psicológica, sexual, económica, patrimonial y simbólica y en las modalidades doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática.
“Faltaba dar el paso a una norma que realmente vaya al fondo del problema y que sea abarcativa”, aseguró la diputada nacional (MPN) Alicia Comelli. Según la diputada, la ley parte de “asumir una realidad histórica de distribución de poder entre hombres y mujeres”.
La sanción tiene antecedente en la ley 24.417 de violencia familiar, pero para Comelli, esta “sólo atacaba una de las manifestaciones de violencia de género”. La legisladora aseguró que debe apuntarse a un “cambio de cultura” tendiente a que el abordaje de la violencia de género represente un “esfuerzo colectivo".
En ese sentido, Sanz aclaró que el tema de género es “una cuestión de hombres y mujeres”, por lo que también los varones pueden hacer tratamientos socioeducativos, a través de los cuales logran incorporar “nuevas ideas a las ideas machistas y rígidas que tienen, y aportando cambios en su conducta”.
Los femicidios en los medios de comunicación
Los asesinatos de mujeres cometidos por su pareja son tratados como “crímenes pasionales”, coincidieron en afirmar Sanz y la periodista de Página 12 Mariana Carbajal, quien explicó que cuando se habla de esos crímenes “se da la idea de que la quería tanto que se le fue la mano y la mató, pero que la amaba”.
La periodista asegura que existen “contradicciones en todos los medios” a la hora de tratar temáticas relacionadas con la violencia de género y ejemplificó cómo la trata de mujeres para explotación sexual “encuentra en el diario Clarín un abarrotamiento de avisos clasificados del rubro cincuenta y nueve que dan cuenta de chicas que uno puede sospechar fueron reclutadas en situaciones de vulnerabilidad”.
Para Carbajal es importante que los medios de comunicación puedan comenzar a “construir otro imaginario” sobre la violencia hacia las mujeres y remarcó la importancia de la educación en los colegios, porque “en la medida que los niños y las niñas empiecen a ver el problema desde otro lugar, también de grandes los van a poder enfocar de otro forma”.
“La violencia es la consecuencia de una relación desigual entre hombres y mujeres planteada históricamente. Las mujeres tienen que tomar conciencia de que esa situación no se puede permitir”, enfatizó Carbajal.
CC 22-09-09
PCN- LR-SAM
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